jueves, 27 de noviembre de 2014


LA VIDA A 2.200 METROS DE ALTITUD:

 
Un día de enero cualquiera de un año cualquiera caminando por uno de los cuatro cordales del entorno del Pico del Lobo; el techo de la Sierra de Ayllón con sus 2.274 metros de altitud.

Hace un día soleado y tranquilo aquí en las alturas, aunque de vez en cuando viene una brisa de frío helador. El cordal por el que caminamos se encuentra cubierto por una espesa capa de hielo y nieve y todo a nuestro alrededor es de color blanco; el blanco de la nieve y el azul del cielo.

Hay un silencio absoluto y no se escucha ningún ave, ningún mamífero, tan solo el crujir de nuestros crampones al caminar sobre el hielo. Parece como si la vida se hubiera paralizado aquí en las alturas.

Nos asomamos al borde de un circo glaciar para contemplar el gran espesor de hielo acumulado. Estamos sobre una cornisa de hielo y hay que tener mucho cuidado. Clavas el mango del piolet y se hunde por completo; es mejor retroceder unos pasos.

La parte superior del cordal es estrecha y alargada y de vez en cuando asoman entre la nieve algunos escarpes rocosos que se encuentran completamente cubiertos de hielo. El hielo ha sido violentamente incrustado en las rocas a modo de cuchillos; es como si el viento hubiese lanzado cuchillos de hielo.

Precisamente, disfrutando de un magnífico día de sol invernal, nos damos perfecta cuenta de cuan terribles han de ser las ventiscas a 2.200 metros de altitud. Y de nuevo nos formulamos la misma pregunta: ¿Cómo será la vida aquí arriba?.

Las duras condiciones invernales del piso Crioromediterráneo en el Macizo del Lobo.


Un día de julio cualquiera de un año cualquiera caminando de nuevo por uno de los cuatro cordales del entorno del Pico del Lobo. Lo que antes era nieve ahora es una pradera de pasto muy ralo que a duras penas cubre el suelo. Nos encontramos en el nivel superior de las cumbres, a 2.200 metros de altitud; es decir en el piso bioclimático Crioromediterráneo.   

A esta altitud la nieve lo cubre todo durante más de medio año. Cuando no hay nieve y hielo, el viento casi constante y una fuerte insolación, se convierten en nuevos agentes limitantes para la vida. Hemos de tener en cuenta que pese a las elevadas precipitaciones que se registran en la alta montaña, el ambiente que han de soportar animales y plantas es de una aridez extrema. No hay agua tan arriba y el hielo, el viento y el sol lo resecan todo.

Este terreno tan desprotegido, tan solo puede ser colonizado por lo tanto por el pastizal de altura de la especie Festuca indigesta. Son pastizales ralos de escasa cobertura del suelo y se conocen como pastos psicroxerófilos.






Pastizal psicroxerófilo entre los 2.100 y los 2.200 metros de altitud.

 
Las laderas que descienden a ambos lados del cordal culminante presentan una clara disimetría. En la vertiente de solana, a tan solo 50 metros por debajo de donde nos encontramos, las condiciones ya no son tan extremas y comienza el reino del matorral de alta montaña; los piornales de Cytisus oromediterraneus. Los piornales son por cierto muy ricos en pequeñas aves adaptadas a vivir en el matorral de alta montaña (pechiazul, acentor alpino,...).

En el borde del piornal con el pastizal de altura, nos sorprenderá una llamativa planta de gran porte: la Gentiana lutea.




Gentiana lutea, especie muy conocida de la alta montaña.

                       
Si descendemos de nuevo del cordal de cumbres unos 50 metros, pero esta vez por la vertiente de umbría, nos podremos asomar al borde superior de algún circo glaciar y deleitarnos con el planeo de los buitres que en verano asientan sus colonias en alguna de las paredes verticales de los circos.

Pero retornemos al ralo pastizal de cumbres que nos ocupa en esta ocasión. Si nos fijamos detenidamente en la disposición y forma de crecer del césped de altura, nos daremos cuenta que este lo hace siguiendo pequeñas líneas horizontales a favor de pendiente o bien formando guirnaldas. Son las terrazillas y las guirnaldas de césped periglaciares.


Terracillas periglaciares.




 
Estamos contemplando por lo tanto una importante huella de nuestro pasado geológico; el modelado periglaciar. Con climas extremos de tundra, el frío intenso activó mecanismos de acción erosiva provocados por el hielo. Los intensos procesos de hielo-deshielo provocaron contracciones y dilataciones del terreno. En el subsuelo había una capa de hielo permanente (permafrost). El hielo hace aumentar el volumen por lo que el suelo se levantaba formando continuos abombamientos. Al deshelarse el mismo, la superficie volvió a contraerse, pero los céspedes de altura tan solo colonizan los bordes de estas pequeñas superficies de tierra antaño levantadas, formando según los casos una sucesión de terracillas y de guirnaldas.


                                  Guirnaldas de césped.
 
De mayor envergadura son las lenguas de solifluxión que nos podemos encontrar dispersas por el piso de alta montaña. Su origen responde igualmente a un desplazamiento del terreno fruto de la acción prolongada del hielo (modelado periglaciar) pero en este caso en laderas de cierta inclinación. Se reconocen cuando vemos un descalzamiento en la pradera de altura: masas de pequeños cantos empastados en arcilla que fluyeron ladera abajo saturadas de agua fruto de un intenso deshielo. En el lugar donde se produjo el movimiento de tierras, se aprecia una marcada concavidad en la pradera.



                               Lengua de solifluxión.

 
De presencia mucho más escasa en la Europa meridional, y en el Macizo del Lobo de carácter puramente testimonial, son los suelos poligonales. Sin duda alguna se trata de una de las formaciones periglaciares más llamativas y es un auténtico privilegio el poder contemplar esta formación en una alta montaña tan alejada de la tundra del Círculo Polar Ártico.

En este caso, el hielo  produjo un abombamiento y posterior hundimiento del terreno originando una sucesión de llamativos polígonos o pentágonos separados por grietas, tierra o cantos de pequeño tamaño. Dicha formación resulta muy curiosa ya que se asemeja a un fragmento de calle adoquinada o empedrada pero creada por el hielo. Resulta sorprendente que en algunos casos los polígonos presentan formas geométricas perfectas y el tamaño de los mismos puede variar de unos centímetros a varios metros. Los escasos vestigios de suelos poligonales presentes en el Macizo del Lobo, Peñalara, Urbión, Neila o la Sierra Cebollera, presentan por lo general polígonos de formas muy irregulares.

Escasa presencia de suelos poligonales en el Macizo del Lobo.
 

 
Si ahora nos fijamos en las diminutas flores que cubren de manera dispersa los pastizales de altura, nos sorprenderá su variedad de colores, su pequeño tamaño y su aspecto rastrero a fin de protegerse de los agentes erosivos. Destacan especies como Armeria caespitosa, Minuartia recurva, Jasione crispa, Pilosella vahlii, Jurinea humilis,...


El endemismo Armeria caespitosa.
 
 
Encajada en las grietas de los escarpes rocosos del cordal montañoso habita un destacado endemismo. Una de las plantas mejor adaptadas al clima extremo de la alta montaña: la siempreviva (Sempervivum vicentei subsp. paui).

El endemismo Sempervivum vicentei subsp. paui
 
Al ser la alta montaña un medio disperso y fragmentado, son frecuentes los endemismos de flora, dada la gran distancia que en ocasiones han de recorrer las distintas especies para encontrar un hábitat de características similares. Las altas cumbres suponen igualmente un importante refugio para  especies de flora boreo-alpina y eurosiberiana que a estas latitudes encuentran uno de sus últimos reductos de distribución a nivel mundial.

La Garra de Satán (Phyteuma hemisphaericum) es una especie boreo-alpina.

 
Un curioso habitante de los pastizales psicroxerófilos y al cual no le importa ni lo mas mínimo vivir a 2.200 metros de altitud, es al topillo nival. Este topillo de las altas cumbres, pasa el invierno enterrado bajo una gruesa capa de nieve bien cargado de provisiones y sin duda alguna es un selecto habitante de la alta montaña centroeuropea. En el Sistema Central y Sierra Nevada encuentra sus refugios más meridionales.
 
Galerías de topillo nival visibles tras derretirse un nevero a primeros de julio.

                      
CONCEPTOS CLAVE:


-Piso Crioromediterráneo.

-Pasto psicroxerófilo.

-Modelado periglaciar.

-Guirnaldas de césped.

-Terracillas cespitosas.

-Lenguas de solifluxión.

-Suelos poligonales.

-Flora boreo-alpina y eurosiberiana.

 

 

2 comentarios:

  1. ¡¡Precioso artículo!! Alguna de las cosas que comentas, hemos tenido el privilegio de que nos las muestres sobre el terreno aunque a menos altura, en el Alto Rey. Siempre me quedará la impresión de la delicada belleza de la Armeria en terrenos tan inhóspitos. Una vez más, gracias por compartir tus conocimientos...

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    1. Muchas gracias amigas. Vosotras además sabéis valorar como nadie la gran riqueza del entorno natural que nos rodea y lo peligroso y fácil que puede resultar transformar y destruir un maravilloso equilibrio heredado desde hace miles e incluso millones años.

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